lunes, 16 de junio de 2014

Mira bien


La reconfortante siesta de las cuatro de la tarde ha despertado un ligero apetito en el estómago de Lola.
—¡Antonio! —exclamó alzando la voz mientras se encontraba medio espanzurrada en el sofá.

—¡Quéee! —respondió él desde la cocina que en ese momento se preparaba un café.
—Anda, cariño, tráeme un yogur de limón.

—¿Y dónde están? —preguntó frunciendo el ceño a la vez que agachaba la cabeza mirando por todas partes dentro del frigorífico.

—Es imposible que estén en otro sitio que no sea la nevera.
—Pero no los veo ¿Seguro que no se han acabado?

—Los traje ayer por la tarde —expresó haciendo un ademán con las manos.

—Los has debido esconder muy bien.

—¡Antonio, por favor! —dijo incrédula por la situación absurda.

—¿Estás segura que los has comprado o lo has soñado? Media hora de sueño dan para mucho —dijo con sarcasmo.

—Muy gracioso —respondió arrugando los labios.
—Lo he revisado todo de arriba a abajo, hasta en el congelador.
—“Para mí que está colgado en la puerta del frigorífico y se está tirando el rollo” —pensó Lola para sí.
—Si quieres otra cosa…
—Déjalo, ya voy yo.
Inmediatamente se levantó suspicaz meneando de un lado a otro la cabeza.
—¡Míralos!
Sacó del interior del frigorífico un paquete de seis yogures con su correspondiente envoltorio que se encontraba detrás de un hermoso melón.

—¡Joder, haberlo dicho! —protestó enfadado.

—Cariño, te quiero mucho, pero todavía no has aprendido a diferenciar lo que significa "delante" y "detrás". A veces hay que detenerse en buscar, no todo tiene por qué estar delante de los ojos y a mano. No olvides que "detrás" suele haber algo más. Sólo hace falta un poquito de interés... ¿Quieres uno? —sonrió dejándole más aturdido que al principio.

—No, gracias —respondió encogiendo los hombros mientras Lola le daba un beso en la mejilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario