viernes, 20 de marzo de 2015

E! payaso

Un payaso nos hace reír, deja su alma en ello. Busca de entre la nada la dulce ocurrencia que nos dibuja una sonrisa. Convierte la tristeza en alegría, el drama en comedia y la pena en esperanza que abre expandiéndola con su talento como pétalos de una flor, como el telón de un gran teatro, como los brazos del amor. Payaso, que tras su exagerada boca pintada esconde una ilusión, que en su encarnada bola de nariz guarda el aroma de un aplauso, que bajo su rizada peluca conserva la tierna mirada de un niño, que recauda horas de suela en sus enormes zapatos, y qué sé yo.
Payaso, ser especial, el de verdad, el que sale del corazón, fabricante de risas, albañil de emociones, arquitecto del humor, poeta de la mímica... Recuerda, mi buen amigo, no me llames payaso para insultarme. No ofendas a quien nos recuerda con ternura aquello que fuimos perdiendo por el camino, la dulce inocencia. Payaso, sigue existiendo.

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