En el raso cielo una estrella veo brillar.
Sí… Allí a lo lejos, y creo que a mis manos puede llegar.
Pero… ¡Uf! Me temo que ahí se va a quedar, donde su luz
eterna no dejará de iluminar.
¿Qué haría aquí una estrella sino sucumbir a la oscura
vanidad, apagando su resplandor sin poderlo remediar?
Mejor será que en la infinita distancia, con su brillante fulgor, nos
siga dejando soñar cómo poderla alcanzar.
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